lunes, 18 de diciembre de 2017

East-Med: ¿gas israelí para Europa?

La "alternativa" israelí: gasoducto East-Med
Entre la tremenda polvareda levantada a raíz de la controvertida decisión del presidente Trump con respecto a Jerusalén, ha pasado desapercibido otro de esos anuncios de relevancia geopolítica cuyas consecuencias derivadas están por venir; se trata del anuncio del acuerdo alcanzado entre Israel y la UE para el posible futuro suministro de gas hebreo a Europa.

El acuerdo, se materializaría a través del llamado gasoducto East-Med, cuyo proyecto ha sido ya aprobado en un memorando conjunto firmado entre Israel, Chipre, Grecia, Italia y la UE; un acuerdo opaco que no ha merecido la atención mediática habitualmente desatada contra los proyectos energéticos rusos para Europa (véanse los casos de los proyectos South Stream o Nord Stream). De hecho, la iniciativa ha sido calificada como "proyecto de interés común" de la UE, y presentada tanto como una teórica alternativa a la actual dependencia europea de los hidrocarburos rusos, como frente al declive de las reservas de hidrocarburos del Mar del Norte. El español Miguel Arias Cañete, comisario de la UE para la acción climática y energía, declaro que trabajaría arduamente en pos de la obtención de recursos a través de EU's Connecting Europe Facility, destinado al desarrollo de infraestructuras transeuropeas. Dicho organismo ha sido el financiador del proyecto y del estudio de viabilidad técnica del gaseoducto israelí.

Es importante observar como la viabilidad de la iniciativa israelí estaría íntimamente ligada a un hipotético aumento de la demanda actual de gas en el sur de Europa que justificara la asignación de fondos europeos.

Aun contando con que dicha necesidad se convierta en realidad, no significa necesariamente que el proyecto vaya a llevarse a cabo dadas las grandes dificultades que deberá afrontar.

Dada la enorme complejidad técnica que supondrían los casi 2.000 kilómetros de tuberías proyectados, la fecha estimada para su puesta en marcha seria el año 2025, convirtiéndose así en el gaseoducto submarino más largo del mundo, cuyos tramos mas complejos entre Grecia y Chipre alcanzarían un profundidad de 3300 metros; no sólo un reto para los ingenieros a la hora de su construcción, sino todo un desafío para los posibles trabajos futuros de mantenimiento y reparación de hipotéticos daños, aun teniendo en cuenta futuros avances técnicos que pudieran facilitar la tarea.(1)


El proyecto israelí para suministrar gas a Europa debe superar difíciles escollos antes de convertirse en realidad; su mayor obstáculo es que compite contra el gas ruso.

Los israelíes deben por tanto atraer fuertes inversiones para un proyecto con altísimos costes de construcción, con la intención de ocupar un nicho de mercado a costa de Rusia y en un contexto general de precios bajos del gas. IGI Poseidón, la empresa encargada de la supervisión del proyecto, ya ha anunciado que las decisiones finales de inversión serian abordadas en 2020.

El proyecto prevé la conexión de los yacimientos de gas Leviathan de Israel y Aphrodite de Chipre a través de las aguas de Creta, Grecia continental e Italia, con una capacidad inicial prevista de entre 12.000 y 16.000 millones de metros cúbicos (BCM) anuales, incluso con la perspectiva de construir otra tubería que doblaría la capacidad anual de bombeo si se realizaran nuevos hallazgos relevantes en aguas chipriotas o israelíes, que podrían contribuir igualmente a reducir los precios de exportación de un gas israelí ya de por si caro, y cuyo coste debería aumentar para hacer viable económicamente la gran inversión prevista para el proyecto East-Med.

Y por supuesto no podemos dejar de lado el actual contexto geopolítico en el que se mueve Israel, absolutamente inestable y con unas perspectivas de futuro que no parecen las ideales para convertirse en un proveedor fiable para Europa. Israel debería, por tanto, competir contra la "estabilidad rusa", con infraestructuras ya construidas o en plena construcción y contratos en vigor de gran importancia que han demostrado la solvencia rusa en el suministro de energía (véase el ejemplo del contrato a 30 años firmado entre China y Rusia) e incluso superando escollos tan significativos como el conflicto en Ucrania o las reiterativas sanciones occidentales.

Por otra parte, independientemente de si se llega o no a construir el gasoducto, Gaza ya se ha convertido en víctima de la expansión de la industria gasífera israelí, y es de suponer que, de concretarse, este proyecto supondría un aún mayor endurecimiento del bloqueo naval que de facto sufre Gaza, así como un nuevo frente abierto en las aguas de la Franja de Gaza para las ya tortuosas relaciones entre Israel y Palestina. De facto, desde 2011, Israel opto por el cierre ilegal de seis millas náuticas de las aguas territoriales de Palestina donde operan las plataformas de extracción.

Israel, a la búsqueda de clientes
El gas, el combustible del siglo XXI que Israel pretende comercializar en Europa, procede del yacimiento marino Leviatán, hallado en 2010, cuyas reservas se estiman en 20 billones de pies cúbicos de gas; el conflicto sobre el yacimiento implica a Líbano, que también reclama que parte de Leviatán se encuentra en sus aguas territoriales.

Es preciso indicar que es una compañía estadounidense Noble Energy, quien posee casi el 40% de dicho yacimiento, mientras que las compañías israelíes Grupo Delek (22,7%) y Ratio Oil (15%) poseen participaciones más pequeñas.(2)


Lo cierto es que hasta ahora la búsqueda israelí de clientes solo ha encontrado un cliente como Jordania, con la cual Israel firmo en 2016 un acuerdo cercano a los 10.000 millones de dólares para un periodo de 15 años. Dada la posición y reputación israelíes, el Departamento de Estado de Estados Unidos actúa como intermediario y dicho gas de procedencia israelí es técnicamente vendido a Jordania por compañías estadounidenses.

En su búsqueda de mercados a los cuales exportar gas, Israel tiene en la mira a Turquía y Egipto, con conversaciones en desarrollo aunque por el momento sin acuerdos concretos; sin embargo, la explosiva situación desatada tras la nueva crisis entorno a Jerusalén no parece indicar que sea el momento mas propicio para impulsar dichos proyectos.

De hecho parece complicado que Israel pueda hacerse con las ansiadas cuotas de mercado en ambos países.

Por una lado, Egipto, que hasta 2014 era exportador neto de gas natural para tornarse posteriormente en importador, espera alcanzar la autosuficiencia en el suministro de gas natural licuado para fines de 2018, gracias a la producción del yacimiento Zhor, hallado en 2015 en la costa norte de Egipto y considerado el yacimiento de gas natural más grande del Mediterráneo. (3)


En el proyecto están involucradas la compañía rusa Rosneft (30%), la italiana Eni (60%) y BP (British Petroleum) con el 10% restante.

Con respecto a Turquía, las pretensiones israelíes vuelven a toparse con los intereses rusos. Iniciada su construcción el pasado mayo, Gazprom ya ha anunciado la culminación de un 30% (555 kilómetros) de la parte marítima del gasoducto Turk Stream a través del mar Negro, con capacidades muy superiores a las que Israel pueda hipotéticamente ofrecer y cuyas fechas de finalización se prevén para 2018 y 2019. (4)

Turk Stream supone además otro de los escollos a superar por Israel y sus socios estadounidenses a la hora de ganar la carrera del suministro de gas a Europa, puesto que además de suministrar gas a Turquía, su otro ramal esta concebido para hacer llegar gas ruso a Europa a través de Turquía, superando así la maniobra geoestratégica estadounidense que fue capaz de hacer fracasar el proyecto South Stream a las puertas de Bulgaria.

Los distintos organismos europeos deben saber desmarcarse de las presiones ejercidas desde Washington contra toda cooperación comercial con Rusia para afrontar la demanda de gas en Europa, que según proyecta la AIE (Agencia Internacional de la Energía) habrá crecido en 2040 cerca de un 40%, Europa, simplemente, no puede permitirse desligarse de los suministros rusos y sustituirlos por otros procedentes de otros proveedores. (5) 

¿Alternativas al gas ruso?
Si bien es cierto que la diversificación de proveedores es una estrategia aceptable, el obstáculo principal que amenaza la provisión estable de gas ruso a Europa no es sino la política exterior estadounidense, decidida a expulsar a Rusia del mercado energético europeo y ocupar su lugar mediante sus propias exportaciones de gas licuado, a costa del bolsillo de los europeos. De ahí las constantes reticencias y trabas, con constantes intromisiones y amenazas de sanción a los países que buscan asegurar sus suministros energéticos mediante conexiones con Rusia (Nord Stream 2 o Turk Stream).

Sin embargo una Europa sensata no puede permitirse la diferencia de precio latente entre un gas ruso barato y al alcance de la mano, y un GNL de procedencia estadounidense con un precio superior y que necesita de relevantes inversiones en infraestructura. En comparativa, en 2016, Rusia exporto 14.000 millones de metros cúbicos de GNL; Estados Unidos exporto unos 5.200 millones de metros cúbicos, según datos de la Administración de Información de Energía.

Europa tampoco puede aspirar a satisfacer su creciente demanda a través de los países de Oriente Medio o el norte de África, mas aún cuando la inestabilidad y las maniobras políticas de Washington y sus aliados tratan constantemente de sacar de escena posibles alternativas como el gas iraní o, mas recientemente, el qatarí, cuyos buques ven ahora restringido su paso por el Canal de Suez, debiendo bordear toda África y ocasionando retrasos en las entregas en países europeos y especialmente Reino Unido; España, por ejemplo, lleva años reduciendo significativamente su dependencia del GNL qatarí (8% actual, frente al 16% que suponían en 2010).

Lo cierto es que, en buena parte, el juego geopolítico de la energía y los gasoductos fue una de las razones que desencadenaron la agresión contra Siria e Iraq. En el futuro y tras establecer las condiciones propicias, la propia Siria proyecta (6), con la ayuda de compañías extranjeras, alcanzar una producción de unos 219.000 barriles de petróleo diarios y 24,5 millones de metros cúbicos de gas para el año 2019; producciones modestas pero que sin duda pueden distorsionar en parte las aspiraciones israelíes en dichos ámbitos, por no hablar del potencial de un país como Iraq, que esta terminando de deshacerse de DAESH y ha recuperado importantes yacimientos en Kirkuk; unos yacimientos en manos de los kurdos y cuyo petróleo era exportado mayoritariamente a Israel. 

Intereses estadounidenses

EE.UU. también compite aceleradamente contra Rusia en el ámbito de la energía nuclear en países como Ucrania o Arabia Saudita; los saudíes planean construir 16 reactores nucleares en los próximos 25 años con un presupuesto fijado 80.000 millones de dólares y donde la estadounidense Westinghouse Electric será protagonista del proceso. (7)


Mientras tanto, el reciente viaje del Presidente Putin a Egipto ha ratificado el acuerdo para la construcción del primer reactor nuclear en Egipto.

Según lo acordado, Rusia prestará 25.000 millones de dólares a Egipto, que los tendrá que devolver en plazos a partir de 2029 con un interés anual del 3 %, aunque las autoridades egipcias cubrirán el resto del coste total de la planta, estimado en 30.000 millones.

A ello se suma el acuerdo alcanzado entre Rusia y Turquía en 2010 para construir la primera planta nuclear turca con un costo total de unos 20.000 millones de dólares, que se espera opere a partir de 2023. (8)

En cuanto al gas, Rusia ha dado recientemente un paso fundamental en el mercado del GNL (gas natural licuado), poniendo ya en funcionamiento la planta operada por la compañía Novatek en la península de Yamal; la nueva planta de licuefacción será capaz de producir 16,5 millones de toneladas de gas licuado al año.

Se trata de un proyecto de 27.000 millones de dólares con la colaboración de socios franceses y chinos, destinado a colocar a Rusia en la vanguardia de la exportación de GNL, creando una nueva ruta comercial a través del Ártico para, en su primer envío, llevar gas licuado a China mediante una flota de rompehielos nucleares. (9)

Toda la guerra comercial y política de sanciones desatadas contra Rusia por EE.UU. y Europa no han sido capaces de frenar éste proyecto, mientras Rusia prepara su asalto a la primacía del GNL mundial impulsando otros proyectos como Arctic LNG 2, Baltic LNG, Far East LNG o la ampliación de Sakhalin, frente a los cuales parece improbable que la alternativa estadounidense (ni mucho menos la israelí) sea capaz de competir en casi ningún aspecto.

Estados Unidos posee una única terminal de exportación de GNL, operada por Cheniere Energy en Louisiana, cuyo principal cliente en 2016 fue Méjico, seguido de Corea del Sur y China. Eso si, el impulso de Trump a los hidrocarburos ha propiciado que compañías como ExxonMobil o Royal Dutch planeen poner en funcionamiento hasta 20 plantas productoras en los próximos meses, tratando de aumentar hasta en un 12% la producción diaria de gas de Estados Unidos. Pero ni siquiera estas nuevas infraestructuras serán capaces de proporcionar la suficiente capacidad de exportación, mediante buques metaneros, para reemplazar los 160,000-180,000 millones de metros cúbicos de gas ruso importados anualmente por Europa.

España puede jugar un papel clave en el mercado gasístico europeo
Hay que señalar que pese al apoyo reiterado de España a las políticas estadounidenses de sanciones, dicho proyecto revierte una especial importancia para el país ibérico dado el contrato firmado por Gas Natural Fenosa y Novatek en 2013 que contempla suministros de GNL procedentes del proyecto Yamal a Empaña a partir de 2018, cubriendo asi cerca de un 10% del consumo anual de España. Con una extensión de 25 años, el valor del contrato supera los 30.000 millones de euros y se concreta en el envío de 2,5 millones de toneladas anuales de GNL, para un país como España, que cubre casi el 60% de sus necesidades a través del gasoducto con Argelia. (10)


Rutas Yamal
Es importante reseñar que España cuenta actualmente con hasta 8 plantas de regasificación (la tercera parte de todas las construidas en Europa), concebidas para servir como puerta de entrada en Europa del "shale gas" estadounidense, pero que en buena medida deberían también servir para la recepción de GNL procedente de otros países, especialmente de Rusia.

Los datos ofrecidos por la industria gasística española refieren que durante el primer semestre de 2017 arribaron a España cuatro grandes buques metaneros de GNL procedentes de Estados Unidos, frente a un único barco recibido en 2016.

El interés para un país netamente importador como España, debe buscarse en el coste de la materia prima, la cual supone prácticamente el 80% del total, a lo que se le suman los peajes de acceso, costes de seguridad de suministro y costes de comercialización; por tanto, el coste de la materia prima es el elemento principal en la composición del precio.

El metanero Sestao Knusten partió de la terminal de Sabine Pass en el Golfo de México el 1 de julio cargado con 135.000 metros cúbicos de GNL, y según esta plataforma ha llegado a la Ría de Ferrol el 25 de julio de 2016.
Ciertamente, en 2016, Estados Unidos fue el mayor productor de gas natural del mundo (749.000 millones de metros cúbicos, es decir el 21,1% de la producción mundial), frente a Rusia 573.000 millones de metros cúbicos de gas natural. Pero ello no significa que el gas estadounidense sea mas barato ni mas rentable para España (teniendo en cuenta que los barcos cuentan con una capacidad de carga de entre 30.000 y 266.000 m3., serian necesarios más de 600 buques metaneros de máxima capacidad al año para igualar la cantidad de gas suministrado anualmente por Rusia).

Los datos nos indican todo lo contrario; las entregas de gas ruso a Europa en el primer trimestre del año 2017 representaron 41% de sus importaciones y están fundamentadas en contratos a largo plazo y precios mas asequibles que los estadounidenses, incapaces por otra parte de cubrir la demanda europea. Frente a esta realidad hoy por hoy indiscutible, proyectos como el East-Med o la importación masiva de gas licuado procedente de EE.UU se encuadran mucho mas en las disputas geopolíticas que en la realidad de un suculento y apetecible mercado energético europeo donde, hoy por hoy, el dominio ruso parece incuestionable.

NOTAS:
(1) https://euobserver.com/energy/140183
(2) http://www.aljazeera.com/indepth/features/2017/04/israel-europe-gas-deal-sparks-criticism-170411073907336.html
(3) http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=138659&SEO=espera-egipto-alcanzar-autosuficiencia-en-gas-natural-en-2018
(4) https://mundo.sputniknews.com/economia/201711291074359102-economia-rusia-energia-recursos-naturales-gas/
(5) https://elpais.com/economia/2017/11/14/actualidad/1510661591_352717.html
(6) https://mundo.sputniknews.com/orientemedio/201712151074782781-petroleo-gas-cooperacion-moscu-damasco/
(7) https://www.bloomberg.com/news/articles/2017-12-12/trump-is-said-to-consider-easing-nuclear-rules-for-saudi-project
(8) http://www.business-standard.com/article/international/cairo-moscow-sign-contract-for-egypt-s-first-nuclear-plant-117121101067_1.html
(9) https://deutsche-wirtschafts-nachrichten.de/2017/12/06/russischer-konzern-beginnt-lng-produktion-nordmeer/
(10) https://es.reuters.com/article/esEuroRpt/idESE8N1DI02I