domingo, 29 de enero de 2017

Líderes díscolos para 2017; Trump, Duterte, Dodon y Radev

De un tiempo a esta parte, se ha hecho palpable la aparición en la primera plana de la política internacional de una nueva generación de dirigentes díscolos, que amenazan con sacudir el tablero geopolítico global, de una forma u otra .

Calificados sistemáticamente por la gran prensa corporativa como "populistas", lo cierto es que su aparición vislumbra un horizonte de incertidumbres en relación a una serie de candentes cuestiones de la política internacional.

Se trata de solo un pequeño ramillete de muestra, puesto que en 2017, nombres como los de Viktor Orban (Hungría), Marine Le Pen (Francia) o los protagonistas del desarrollo del proceso del Brexit estarán a buen seguro en la primera plana informativa. Al igual que todo lo que acontezca en los Balcanes con el enquistado conflicto serbio-kosovar, la recién estrenada nueva membresía de Montenegro en la OTAN o el también enconado conflicto greco-turco en Chipre.

Una pequeña muestra, puesto que mención aparte merecería otra serie de nuevos líderes políticos que también están disponiendo cambios importantes en regiones como Latinoamérica, producidos tras la irrupción de lideres como Temer (Brasil), Macri (Argentina) o Kuczynski (Perú), país que albergará nuevas instalaciones militares estadounidenses en su territorio.(1)

Sin embargo, lo único que parece seguro, es que será el desarrollo de los acontecimientos quien confirmará si la irrupción de estos líderes se traduce en bruscos virajes en lo tocante a tratados comerciales, re-orientaciones geopolíticas, sistemas de alianzas etc.. o si por el contrario, las arraigadas estructuras dominantes son capaces de mantener el orden actual sin grandes sobresaltos, más allá de lo puramente mediático.

Trump, el icono
No cabe duda de que el gran icono no es sino Donald Trump, una verdadera incógnita a largo plazo cuyo mandato acaba de comenzar (no sin polémica), adoptando medidas significativas como el anuncio de retirada estadounidense del Acuerdo TransPacífico de Cooperación Económica (TPP), el mayor tratado de libre comercio jamas alcanzado en la historia, amén de anunciar la intención de renegociar el Tratado de Libre Comercio entre EEUU, Canadá y México (TLCAN). Estos hechos atisban ya unas primeras consecuencias claras; será China quien amplíe su influencia en la región del globo que aglutina a las economías con mayor y más rápido crecimiento económico del mundo y definida por muchos como el motor económico mundial del siglo XXI.

EE.UU trata de embarcarse en la difícil aventura de revertir los 400.000 mill. de dólares anuales que inclinan la balanza comercial del lado chino, mediante la re-industrialización de EE.UU; o al menos esa es la visión de Trump.

Eso sí, contrasta el hecho del repliegue comercial con las firmes aspiraciones de reafirmación.del poderío bélico estadounidense. Trump es firme partidario de un rearme estadounidense especialmente orientado hacia el ámbito naval, con la mirada puesta en China y en el Pacifico.

Sin embargo, otros aspectos fundamentales de la política exterior estadounidense se encuentran en "stand-by", mientras que, ateniéndose a las agresivas declaraciones con respecto a Rusia y China de los nuevos jefazos introducidos por Trump (como el viejo halcón James Mattis (2) al frente de la Secretaría de Defensa o Mike Pompeo (3) al frente de la CIA) no parecen ofrecer nada nuevo; pese a matices o posibles distensiones, EE.UU no tiene ninguna intención de renunciar a Ucrania o de seguir acumulando fuerzas militares en el este de Europa, los países bálticos y en Asia, donde despliega su estrategia de pivotaje para contener a China.

En cambio, en vista al nuevo equipo de asesores de los que Trump se ha hecho rodear, como Michael Flynn, consejero de seguridad nacional del presidente Trump y demostradamente opuesto al apoyo estadounidense al yihadismo, si parece más factible un cambio de actitud estadounidense frente al terrorismo yihadista en Siria e Iraq, lo que modificaría sustancialmente la política llevada cabo en éste sentido por la administración Obama.

Trump parece mostrarse decidido a variar la política estadounidense en Siria (sin dejar de apostar por otras opciones, léase kurdos), al menos en lo tocante al yihadismo. Habría ya contactado con el presidente egipcio Al Sisi para ofrecer el apoyo estadounidense contra los Hermanos Musulmanes, a los que Trump considera acertadamente como raíz del terrorismo fundamentalista.

De confirmarse, esta ruptura acabaría con décadas de instrumentalización de los movimientos yihadistas por parte de EE.UU, desde que en 1953 Eisenhower recibiese en la Casa Blanca a unos Hermanos Musulmanes entre los que se encontraba Said Ramadan, líder carismático de la cofradía y al que ya Nasser acuso de no ser sino un hombre de la CIA.

Trump finiquitaría así una alianza que el presidente Eisenhower sello en base a “nuestra común fe en dios es el elemento común que nos une en la lucha contra el comunismo y el ateísmo”.

Más relevante incluso ha resultado la visita de la congresista estadounidense Tulsi Gabbard a Siria (4), significando de hecho los primeros contactos directos con Bashar Al Assad. La contundencia con la que se ha expresado la congresista en referencia a la necesidad de que EE.UU deje de armar y apoyar el terrorismo ha encontrado eco incluso en la CNN, señal evidente de que la actitud estadounidense hacia Siria va a verse modificada, provocando una reacción occidental en cadena en cuanto al actitud hacia Siria, que ya esta pudiendo apreciarse en británicos y alemanes.

Donde no cabra esperar cambios es en lo tocante a Israel. El nuevo presidente estadounidense se ha posicionado de manera evidente junto al ejecutivo israelí de Benjamin Nettanyahu y parece estar decidido a estrechar aún más los vínculos con Israel, inclusive con posibles iniciativas cargadas de simbolismo como, por ejemplo, un hipotético traslado de la embajada estadounidense de Tel-Aviv a Jerusalén, que provocaría de inmediato un nuevo levantamiento palestino.

La Filipinas de Duterte, ruptura consumada
Tal vez el caso más significativo de clara reorientación geopolítica es la postura adoptada por el presidente filipino Rodrigo Duterte, quién ha variado radicalmente el rumbo de la política exterior filipina en solo unos meses, lo que ha suscitado la tradicional reacción de las instituciones globales dominadas por EE.UU. Empezando por las propias Naciones Unidas, quienes han tratado de entorpecer este proceso mediante la más que tradicional alusión a la violación de derechos humanos en Filipinas en el marco de la autodenominada "Guerra contra las drogas" emprendida por el gobierno de Duterte.

Más allá de la retorica, Duterte ha concretado en hechos éste viraje. Filipinas ha suspendido sus históricas relaciones de sumisión a EE.UU para pasar a ejercer una política soberana la cuestión del Mar de la China meridional, el comercio de armas o el hasta ahora ilimitado permiso de uso de aguas y espacio aéreo filipino para el tránsito de fuerzas estadounidenses, hasta el punto de suspender los ejercicios navales conjuntos con EE.UU. que Filipinas ha realizado durante más de cinco décadas.

Todo ello combinado con el establecimiento de nuevos vínculos colaterales mucho más estrechos con China (abandonando la tradicional hostilidad hacia ese país) o Rusia; el pasado diciembre, los ministros de Defensa y Exteriores filipinos viajaron a Moscú en vista a cerrar posibles acuerdos para la compra de armamento tras la anunciada intención de Estados Unidos (EE.UU.) de bloquear la venta de armamento a Manila. Duterte ha abierto también nuevas vías de cooperación con otros países "señalados" como Irán, con quien a comienzos de enero Filipinas inicio negociaciones en vista a un acuerdo a largo plazo para la venta de crudo a Filipinas, manejándose la cifra de unos 4 millones de barriles al mes.(5)

No queriendo dejar cabos sueltos, Duterte ha llegado últimamente a denunciar la injerencia de la CIA en su país en años precedentes, bajo el mandato de su predecesor, Benigno Aquino. Ha señalado a la inteligencia estadounidense como la culpable de la desastrosa incursión contra un líder de Jemaah Islamiyah (Mindanao, enero 2015) que arrojó un saldo de 44 muertos tras una desastrosa operación.(6)



Igor Dodon en Moldavia
Tanto para la Unión Europea como para EE.UU, el este de Europa y los Balcanes han significado históricamente una zona de importancia estratégica, tanto por su situación como puente entre Europa y Oriente, como por la proximidad a las fronteras rusas, con quien no cesa de pujar por establecer una influencia hegemónica en la región. Y los hechos más recientes parecen indicar un nuevo impulso de la influencia rusa, cada vez más palpable, sobre los estados ex-soviéticos.

Por ello, la llegada al poder en Moldavia de Igor Dodon supone un nuevo foco de fricción entre los contendientes mencionados; Dodon, como candidato del Partido de los Socialistas, conquistó las elecciones presidenciales en Moldavia (celebradas en noviembre del pasado año) con con el 52,18% del electorado y procedió a asumir el cargo el 23 de diciembre.

Y una de las claves de su victoria no fue sino la anunciada modificación de las relaciones exteriores moldavas; entre otras cosas, planteando un referéndum sobre la relación de Moldavia con la UE.

Tanto en Europa como en EE.UU, se observa con preocupación la postura que el nuevo ejecutivo moldavo pueda poner en práctica, ampliando los lazos comerciales y buscando un acercamiento a Rusia, en oposición a las políticas pro-europeas de anteriores gobiernos moldavos. Unas políticas pro-europeas que no reportaron ningún beneficio para Moldavia, envuelta en la guerra de sanciones y afectada por restricciones comerciales rusas a las exportaciones de la agricultura moldava en respuesta a la firma de un acuerdo de asociación con la UE en 2014.

En recientes fechas, Dodon realizó su primer viaje internacional a Moscú, volviendo a plantear la posibilidad de romper los acuerdos comerciales con la Unión Europea después de las próximas elecciones parlamentarias del país; unas elecciones parlamentarias anticipadas para este año con el objetivo de acelerar el proceso. Dodon no es aparentemente un líder radical y rupturista (posee frontera común con la UE), sino que parece querer restablecer un equilibrio en las orientaciones geopolíticas del país, abandonando la generalizada y nada productiva retórica anti-rusa.

En Moscú, declaró que la facturación comercial de Moldavia con la UE se "había marchitado" desde que firmó un pacto político y comercial con el bloque en 2014 y que Moldavia no había visto ningún beneficio derivado del acuerdo.(7)

Lo cierto es que Moldavia es considerada uno de los países más pobres de Europa, con cifras de crecimiento y exportaciones en declive desde hace años, pese a las promesas de prosperidad que ofreció la UE en 2014.

Respecto a la OTAN, Igor Dodon se ha encontrado en su recién estrenada presidencia con el legado de los gobiernos precedentes; si bien Moldavia es oficialmente "neutral", desde 1994 está en vigor un acuerdo de cooperación con la OTAN por el cuál la organización dispone de diversas infraestructuras en el país, que se han visto ampliadas por el acuerdo alcanzado en noviembre de 2016 y que permitirá la apertura de la Oficina de Comunicaciones de la OTAN en Chisinau.(8)

Tal vez tratando de no involucrar al país en los bloques militares definidos, Dodon pretende avanzar en el reconocimiento de Moldavia como país no alineado por parte de la OTAN, sin cortar de manera brusca los lazos con dicha organización. Aún así, como con todo lo que concierne a la OTAN, si Dodon lleva adelante sus promesas, es evidente que Moldavia pasará a colocarse en una situación comprometida, en una región estratégica, con una delicada economía y, en principio, sin el respaldo rotundo de una de las grandes potencias militares, léase OTAN-Rusia.

"Estoy dispuesto a insistir en que sea anulado el acuerdo sobre la apertura de una Oficina de Comunicaciones de la OTAN en Chisinau, aún más estoy dispuesto a proponer en Bruselas en febrero un acuerdo que reconoce el estatus neutral de Moldavia por parte de la OTAN".

Otra cuestión de interés que podría verse afectada es la actitud moldava ante el poco conocido conflicto de Transnitria.

Transnistria, oficialmente República Moldava Pridnestroviana, es un Estado no reconocido y nacido de la guerra contra Moldavia de 1992, que reclama el territorio al este del río Dniéster; Moldavia no reconoce la secesión y considera los territorios como parte de la región autónoma de Transnistria

En la actual zona del conflicto opera una misión de paz internacional, incluidas fuerzas rusas, y están en marcha negociaciones de paz en las que participan Moldavia y Transnistria, Rusia, Ucrania y la OSCE en calidad de mediadores, y la UE y EEUU como observadores.

Durante años, los sucesivos ejecutivos moldavos han exigido que Rusia retire sus fuerzas de paz de Transnistria, pero precisamente Dodon ya ha opinado de manera discordante en este tema, manifestando que considera que la fuerza de paz ha cumplido su misión y continúa cumpliéndola, modificando así el tradicional discurso moldavo.(9)

Bulgaria; Rumen Radev
La región del Mar Negro constituye otra zona estratégica especialmente sensible. Bulgaria, miembro de la UE y de la OTAN, es otro de los países más deprimidos económicamente de la Europa de los 28, tras una década de adhesión a la UE que no parece haber conseguido arrancar demasiados resultados positivos.

Con una política exterior firmemente alineada con EE.UU y la OTAN durante todo este tiempo, Bulgaria se sumó al unísono coro occidental de sanciones contra Rusia a raíz del golpe de estado en Ucrania y el episodio de Crimea. Incluso yendo más allá, y como ha quedado bien patente en diversas oportunidades, Bulgaria ha jugado un papel importante en el conflicto sirio, donde el armamento búlgaro y otros diversos pertrechos, fabricados en Bulgaria, han estado fluyendo regularmente hasta los grupos rebeldes y yihadistas en Siria, vía Turquía y gracias al dinero saudí y catarí. (10)

El anterior ejecutivo de Plevneliev se plegó a la continuada presión de Washington (con controvertida visita de McCain incluída) suspendiendo finalmente su participación en el proyecto South Stream y anulándolo de facto. Ahora, Rusia tiene posibilidad de reanudar la iniciativa mediante la siempre inestable alternativa turca.(11)

El nuevo presidente, el ex-general de la Fuerza Aérea Rumen Radev , sin una orientación partidista clara (aunque apoyado por el Partido Socialista) y carente de toda experiencia política, deberá primero solventar la crisis política interna antes de revisar sus relaciones internacionales.

Sin embargo, quizás la llegada a la presidencia de Radev podría modificar las posiciones búlgaras en lo tocante a sus relaciones con Rusia. Ex-general de la Fuerza Aérea y de la OTAN, Radev no parece querer buscar ninguna ruptura de lazos con Occidente, pero apuesta por balancear también los intereses búlgaros hacia Rusia, principalmente en materia de relaciones comerciales, retirando las sanciones a Rusia que se han mostrado dañinas para la economía nacional.(12)

Radev parece querer alcanzar un equilibrio entre su decidida pertenencia a Europa y la OTAN y la reanudación de unas relaciones bilaterales con Rusia exentas de trabas y sanciones, aludiendo durante su campana electoral a que la UE debía abandonar la política de sanciones contra Rusia, en beneficio, en primer lugar, de la propia Bulgaria.

Eso sí, en su segundo discurso se abstuvo de mencionar a Rusia , algo que sí había hecho días antes al jurar el cargo en el Parlamento.

Tras encarar primero la aguda crisis política interna que vive Bulgaria, veremos si Radev profundiza en sus intenciones, habida cuenta del contexto regional donde se mueve, junto a la frontera búlgara y siendo el puerto de acceso de la OTAN al Mar Negro. Lo cierto es que cualquier movimiento de Radev suscitará la reacción de Washington, quien no puede permitirse ser desplazado por completo de un Mar Negro, que de facto, ya no controla.

NOTAS;
(1)http://regionamazonas.gob.pe/sede/detalle_noticia.php?id=3523
(2)http://www.elmundo.es/internacional/2017/01/12/5877a581268e3ed4368b4695.html
(3)http://internacional.elpais.com/internacional/2017/01/12/actualidad/1484237042_230089.html
(4)http://www.bbc.com/news/world-us-canada-38774701
(5)http://www.reuters.com/article/iran-oil-philippines-idUSL5N1EW2QT
(6)http://www.aljazeera.com/news/2017/01/duterte-cia-blame-botched-terror-raid-170125062130514.html
(7)http://www.reuters.com/article/us-russia-moldova-eu-idUSKBN151290
(8)https://mundo.sputniknews.com/politica/201701231066414462-moldavia-otan/ 
(9)https://mundo.sputniknews.com/europa/201701171066286739-moldavia-rusia-tropas-seguridad/
(10)http://en.news-original.ru/journalists-published-a-video-of-the-secret-warehouse-of-the-terrorists-in-aleppo-with-the-bulgarian-weapons.html
(11)http://lugrogeopolitica.blogspot.com.es/2014/06/southstream-usa-intenta-obligar-europa.html 
(12)http://www.lavanguardia.com/politica/20170112/413305911455/el-presidente-electo-de-bulgaria-favorable-a-retirar-las-sanciones-a-rusia.html

martes, 17 de enero de 2017

Turquía y el fin del gran sueño otomanista de Erdogan

Aleppo.
La derrota de los yihadistas en Aleppo fue, fundamentalmente, una derrota tuca; no en vano, han sido principalmente oficiales turcos quiénes han estado a cargo del entrenamiento y dirección operativa de las fuerzas yihadistas en esta región siria y algunos de ellos fueron recientemente capturados en la citada Aleppo. Realmente supone el principio del fin del sueño imperial neo-otomano de Erdogan y el círculo de colaboradores más íntimo de su partido (AKP) y el inicio de una nueva fase de re-alineación turca en el escenario geopolítico regional y global, cuyas consecuencias y desarrollo están aún por ver.

En otro frentes, la posición del ejército turco, que en teoría combate a DAESH en el norte de Siria apoyado por fuerzas yihadistas calificadas en Occidente como "moderadas", se está demostrando como más vulnerable de lo previsto, lo que ha obligado a Erdogan a aceptar la coordinación con Rusia; sin embargo, en un futuro no muy lejano, Turquía habrá de aceptar las anunciadas intenciones de Damasco de liberar todo el territorio de la República Árabe Siria sin excepciones, y que han sido hasta el momento apoyadas firmemente por Rusia.

Para Erdogan no hay vuelta atrás; su intención de combatir a un DAESH que personalmente apadrinó por años, le llevó en agosto pasado a ordenar la 'Operación Escudo del Éufrates' , que no es sino una invasión ilegal del norte de Siria, y durante la cual el ejército tuco es apoyado por sus propios yihadistas, conocidos en Occidente como "rebeldes", "moderados" o "Ejercito Libre sirio"; por el momento arroja dudosos resultados.

Si hablamos de Iraq, y tras años de descarado soporte a DAESH, parece haberse concretado un acuerdo entre Turquía e Iraq (1) para la definitiva salida del país de los efectivos turcos de norteña ciudad de Bashiqa; es decir, otro golpe a las aspiraciones de anexión de estos territorios por parte de Erdogan.

Turquía a la deriva
Al presidente turco Recep Tayyip Erdogan no le falta razón cuando afirma que los atentados, contra el embajador ruso en Ankara o en la Nochevieja de Estambul buscaban desestabilizar el país. Sin embargo, cabe replicar, ¿qué es lo que ha venido haciendo su gobierno en Siria durante más de cinco largos años?
La respuesta es más que obvia; tan evidente como que los "éxitos" turcos en el vecino país han quedado definitivamente enterrados con la derrota en Aleppo, y, ahora, Turquía encara la dura realidad creada en su propio país a consecuencia de sus propios actos. En opinión de muchos analistas, tal vez la Turquía moderna padezca su peor crisis política interior desde su fundación en 1923. y la razón cabe buscarla en la forma en que Turquía se involucró (y fue obligada a involucrarse) en el conflicto de Siria, con una política tan ambiciosa como arriesgada.

Y en medio de esta vorágine de acontecimientos que sacude Turquía diariamente surgen interrogantes de suma relevancia geopolítica acerca del posible giro de Erdogan hacia Rusia e Irán.

Como todo lo que concierne al extraordinariamente voluble presidente turco, solo el tiempo y los acontecimientos podrán desvelar el papel a jugar por Turquía a partir de este momento, en su verdadera dimensión, dentro del gran escenario de Oriente Medio.

Aunque existe un interrogante especialmente peligroso para Turquía. Frente a la realidad de la evolución de los conflictos en Siria e Iraq, ¿en qué situación quedara Turquía cuando se materialicen el colapso de DAESH en Mosul, la erradicación completa de la presencia yihadista en la provincia de Damasco, los avances del Ejército sirio en el norte del país y, finalmente, la liberación de la provincia de Idleb?

Aunque Turquía anuncie que acaba de finalizar las obras de construcción de un muro de hormigón de 330 kilómetros de extensión en la frontera turca con Siria e Irak, resultará imposible detener esta marea de yihadistas que tratan de salvarse si se produce el colapso total entre sus filas. (2)

Para los miles de terroristas apadrinados por Erdogan durante años presentes en estas zonas de Siria e Iraq, es evidente que la primera opción de retirada será hacia Turquía, a lo que hay que añadir que previsiblemente el conflicto con los kurdos continuará su escalada pues no hay visos de mejora en este aspecto.

Con éste panorama, la Turquía que ahora se halla atrapada dentro en una espiral de extrema violencia e inestabilidad política se verá aún más convulsionada si cabe, con consecuencias directas y desastrosas para la economía, la divisa nacional (lira turca) y el turismo en ese país.

La Turquía de Erdogan tras el golpe
La convulsa historia turca de la segunda mitad del siglo XX no deja lugar a dudas sobre la constante presencia de la violencia política en el país. Desde 1960 se han producido cinco gobiernos militares y múltiples actos golpistas protagonizados por las Fuerzas Armadas turcas. La década de los 70 asistió a una Turquía dominada por la violencia de grupos extremistas de izquierda y derecha, lo que llevó al golpe de 1980. Desde ese momento el PKK entró en una guerra con el estado turco que ha dejado mas de 400.000 muertos.


La tendencia parecía haberse revertido en la última década, más pacífica, gracias a los intentos de negociación entre el estado y los kurdos; un vez Erdogan decidió romper este diálogo y reiniciar la guerra contra el PKK (extendiéndose este enfrentamiento a los kurdos de Siria) la política represiva de Ankara ha sido contestada por el PKK con una intensa lucha militar acompañada por ataques terroristas.

Entre enero de 2016 y enero de 2017 se produjeron 23 atentados terroristas con víctimas mortales en Turquía (kurdos o DAESH, cuya base de simpatizantes en Turquía celebran y apoyan sus actos); el saldo fue de, por lo menos, 365 muertos.

En paralelo al terrorismo, la Turquía de 2016 se aleja paulatinamente de los valores occidentales contemporáneos, como ha podido comprobarse durante las semanas previas al atentado del 31 de diciembre.

Lejos quedan los tiempos en los que la Unión Europea elogiaba el carácter reformador de Erdogan, quién hoy profundiza una república islámica de carácter presidencialista, consolidando su poder y ejerciéndolo de forma dictatorial en la practica.

Erdogan, del que no puede olvidarse pertenece a la Hermandad Musulmana, ha profundizado la implantación del islamismo, a través de la educación, promocionando la construcción de mezquitas y alentando a los imanes en su esfuerzo por la islamización sunní de la sociedad. Se señala especialmente a grupos como los kurdos, que son casi el 25% de la población o a minorías religiosas como los alevíes ( chiítas, entre el 20 y el 30% de la población de Turquía) o los cristianos.

En otro ámbito, no son pocos quienes opinan que el mandatario turco y su círculo más allegado están decididos a asegurar una presidencia vitalicia para Erdogan. Las descomunales purgas acaecidas entre los miembros de la Justicia y de las Fuerzas de Seguridad tras el oscuro episodio del fallido golpe de estado no hacen sino reforzar el poder de la figura presidencial. Sin ir más lejos, y ante un tribunal constitucional incapacitado en la práctica, Erdogan no ha tenido problemas para gobernar por decreto a través del estado de emergencia.

En fechas recientes se aprobó también en el Parlamento turco una primera fase de reformas que incluyen por ejemplo, que el antiguo artículo 18 que establecía que el presidente tiene la obligación de romper toda relación con su partido cuando es elegido, permitirá ahora mantener esa vinculación, o una revisión del artículo 17 que es el que regula las elecciones parlamentarias y presidenciales.

Por tanto, el golpe ha sido, como califico en su día el propio Erdogan, "un gran regalo".

Un golpe en el que el gobierno turco llega a vincular al movimiento Hizmet, del influyente clérigo Fetulá Gulen (vinculado a la CIA), al Partido de Trabajadores del Kurdistán (PKK) y DAESH (3), en un reciente informe sobre el golpe de Estado fallido del Mando General de la Gendarmería turca. En dicho informe se recalca también el papel estadounidense antes y después de la intentona, asegurando que Estados Unidos y la OTAN prometieron al PKK que Erdogan sería depuesto en el otoño de 2016, y detallando como el número de ciberataques desde EE.UU creció de manera significativa tras el episodio; de 97 ataques estadounidenses registrados antes del golpe se paso a más de 4.500 ciberataques contra las autoridades turcas.

La consecuencia; han sido ya más de 70.000 los perseguidos políticamente por el gobierno de Erdogan y lista de adversarios de los cuales deshacerse parece no tener fin.

En el plano económico, la actitud y acciones del régimen de Erdogan no contribuyen a un clima propicio de inversiones, puesto que la transparencia y la seguridad jurídica, factores clave actuales para atraer la inversión extranjera, no es la mejor carta de presentación de Turquía ante el mundo. Las amenazas de arresto o congelación de bienes relacionadas con el intento de golpe de Estado de éste verano están actuando como factor disuasorio, ya no sólo de inversionistas extranjeros (pese a las garantías que publicita el gobierno turco) sino de los propios empresarios turcos. En la práctica, en los últimos cinco meses, el gobierno turco ha confiscado más de 10.000 millones de dólares en activos a muchas compañías que considera vinculadas de una forma u otra a la trama golpista, lo que ha convertido al propio Estado turco en uno de los mayores conglomerados de la nación.

Pese a este refuerzo de la figura presidencial ( dictatorial en la práctica ) muchos factores sobrepasan y escapan a su control; Erdogan no está en posición de controlar los acontecimientos en Siria, el futuro de la política de Estados Unidos con Donald Trump frente a Turquía o la crisis económica que no amenaza sino con agudizarse aún más.

La economía turca en graves dificultades
La economía turca se ha deteriorado en el último año, durante el cual la lira turca ha perdido cerca del 26 % de su valor frente al dólar estadounidense; las perspectivas son sombrías y se corresponden con la situación interna y externa del país. De hecho, la lira turca llegó a su nivel más bajo en la primera semana de 2017 con un tipo de cambio de alrededor de 3.60 por dólar, poniendo en dificil a las compañías turcas por su exposicion a los préstamos en dólares.

Y en cuanto a la calificacion crediticia del pais, las agencias han calificado a la deuda pública del país como "bonos-basura".

En los años previos a su implicación en la guerra contra Siria, Turquia llego a alcanzar el 9º lugar en la lista de destinos turísticos más atractivos del mundo ya en 2007 y en 2014 subió al 6º superando al Reino Unido y Francia.

Según la Agencia de Apoyo y Promoción de Inversiones de Turquía, cerca de 42 millones de turistas visitaron el país en 2015 proporcionando ingresos fundamentales para el país; sin embargo, recalca como entre enero y septiembre de 2016, pel número de visitantes cayó aproximadamente un 35% en comparación con el mismo período en 2015 (donde el turismo ya cayo un 1,36%) lo que se traduce en la perdida estimada de entre unos 14.000 y 8.500 millones de dólares. (4)

Pero el propio hacer de Erdogan, junto al terrorismo, han dañado de forma prácticamente irreversible la vital industria turística turca, pero esa perdida de turistas viene tambien motivada en otra gran parte por la perdida de visitantes rusos tras 2015 y el derribo del Sukhoi. TUrquia ya no puede ofecer lo que otrora significaban sus ventajas estratégicas en la primera decada del siglo XXI; seguridad, estabilidad y previsibilidad juegan ahora en su contra. 

De la época del "cero problemas" a nuestros días
El ya defenestrado Ahmet Davutoglu, quizás el principal asesor en política internacional de Erdogan desde su llegada al poder, fue el arquitecto de la doctrina " cero problemas con nuestros vecinos". Así definía la estrategia turca en 2009:


"Nuestro objetivo primordial es la plena incorporación a Europa, pero actuamos también en nuestro propio espacio geográfico: los Balcanes, el Cáucaso, Oriente Próximo...", puntualiza. "Turquía no ha vuelto la vista hacia Oriente. No hay ninguna contradicción respecto a la integración en Occidente. ¿Nuestra política exterior? Cero conflictos con los vecinos". (5)

Eran los tiempos en los que Turquía incluso aspiraba a ser parte de la solución del contencioso iraní, cuando anunciaba su intención de estar abierto a la propuesta de Teherán para facilitar el intercambio de uranio enriquecido iraní para ser procesado en el exterior, ofreciéndose Turquía a almacenar en su territorio el combustible nuclear en tránsito hacia Rusia o Francia o de regreso a Irán.

Sin embargo, todo cambió a partir de 2011, con la irrupción del largo y doloroso proceso de las mal llamadas "Primaveras Árabes".
Ciertamente, hasta ahora Erdogan ha representado para EE.UU y la.OTAN un aliado fundamental dada la estratégica posición de Turquía y como segundo mayor ejército de la organización atlantista.

Tan fundamental como díscolo, puesto que Erdogan ya ha generado la desconfianza de sus aliados occidentales en más de una ocasión.

Por ejemplo en los casos de 2003, cuando Erdogan no permitió el transito de tropas estadounidenses destinadas a invadir Iraq, o el patrocinio turco del famoso barco Mavi Marmara, que se unió a la flotilla Free Gaza en Chipre para transportar ayuda humanitaria a la franja de Gaza; a bordo, 581 pasajeros, en torno a 400 de ellos turcos, incluidos varios diplomáticos y figuras públicas a bordo.

El último reto que se le presenta a Erdogan es la resolución del contencioso chipriota, donde no hay que olvidar la ocupación militar turca de una parte de la isla. No cabe duda de que este contencioso mantenido durante décadas entre dos países miembros de la OTAN en Chipre es siempre una cuestión pendiente para Turquía; la razón dada originalmente para que los soldados turcos fueron allí desplegados fue la de proteger a los turco-chipriotas de la violencia étnica a raíz del golpe militar griego de 1974.

No es descabellado pensar, como indican algunos analistas (6), que una facción del todavía gobierno estadounidense haya tratado de ofrecer Chipre a Erdogan como "aliciente" para mantenerse dentro de la OTAN. Es lo que podría estarse gestando en las conversaciones sobre la posible reunificación de Chipre que mantienen líderes turcos y grecochipriotas, así como los ministros de Relaciones Exteriores de los países garantes de la isla, Turquía, Grecia y el Reino Unido, detrás del cuál está Washington.

En pos de conseguirlo, Chipre debería ser primero reunificada y desmilitarizada y la OTAN permitiría desplegar fuerzas turcas, en una especie de silenciosa anexión de la isla por parte de Ankara con el beneplácito de EE.UU, lo que equivale a pensar que en caso de una separación definitiva de la OTAN por parte de Turquía le costaría el noreste de Chipre en beneficio de Grecia.

Erdogan debería recordar que ningún país ha abandonado nunca y de manera definitiva la OTAN, con el caso parcial de la Francia de De Gaulle en 1966, abandonando el mando militar integrado.

¿Ruptura con EE.UU?
La cuestión fundamental que se plantea es; ¿hasta qué punto podemos afirmar que Erdogan ha "cambiado" de bando al acercarse a Rusia y elevar sus fricciones con EE.UU y la OTAN? ¿es realmente posible dicho viraje?
Estadounidenses luciendo parches del YPG
Lo cierto es que nos hallamos en un momento de extrema tensión en las relaciones entre EE.UU y Turquía; el ejemplo más sintomático es la respuesta del ministro de exteriores turco, Mevlüt Çavuşoğlu, ante la insistencia estadounidense para que los kurdos sirios del Partido de la Unión Democrática Kurda (PYD) y que respalda EE.UU, tomen parte en las conversaciones de paz de Astaná.

Çavuşoğlu equiparó al PYD y su brazo armado (Unidades de Protección del Pueblo (YPG) con "grupos terroristas análogos" como Al-Nusra o DAESH y respondió que tenían el mismo derecho a participar que el PYD.

Aprovechó también para pedir al nuevo gobierno de Trump que termine la cooperación de Estados Unidos con los kurdos sirios, posibilidad esta bastante remota puesto que EE.UU considera oficialmente a los kurdos sirios como la única baza pública jugable sobre el terreno, habida cuenta de que de manera oficial no apoya ni respalda ni a DAESH ni Al-Nusrah, a los que hipócritamente afirma combatir. Es sólo una postura cara a la galería puesto que la realidad es que la derrota de Aleppo fue también una derrota estadounidense, que coordina desde hace años estas acciones desde las diferentes instalaciones de la OTAN en Turquía.

En palabras de Rex Tillerson ( elegido por Trump para Secretario de Estado ) durante una reciente audiencia en el Senado "los kurdos sirios son el mayor aliado de Estados Unidos en Siria".

Aunque si es cierto que Turquía tiene una baza importante para presionar; amenaza con dejar sin efecto el permiso que otorgó a EEUU para el uso de la base aérea Incirlik, si Washington vulnera los ‘intereses’ de Ankara (en palabras de diplomáticos turcos) y que puede interpretarse tanto en el apoyo a las milicias kurdo-sirias de YPG como, si definitivamente Turquía se plantea erradicar a DAESH, en el hipotético apoyo que dicha base pueda ofrecer a dicha entidad.

El ministro de exteriores turco, Mevlüt Çavuşoğlu, lanzaba otro dardo envenenado ante la falta de apoyo por parte de EE.UU a la operación que efectúa Turquía en la ciudad de Al-Bab, situada en el norte de Siria, deslizando que realmente Estados Unidos apoya al DAESH.
 
"Si no nos están apoyando en la operación más importante que hemos llevado a cabo contra DAESH, ¿por qué deberían seguir en Incirlik?". (7)

El propio Erdogan ya acusó a Estados Unidos de seguir constituyendo el principal apoyo para los yihadistas (DAESH incluido) sugiriendo que ése era el papel que Turquía ha venido jugando durante años, con lo que veladamente estaría asegurando que renuncia a seguir haciéndolo. Erdogan alegó a finales de diciembre que Turquía estaba en posesión de "pruebas confirmadas, con fotografías, fotos y videos" del apoyo de Estados Unidos a DAESH.

La diplomacia estadounidense, en boca del ínclito Mark Toner, portavoz adjunto del Departamento de Estado, echaba balones fuera de manera poco convincente dada la gravedad de las acusaciones vertidas por un gobierno aliado y argumentaba que los turcos reaccionaban así en respuesta a la alianza tácita entre las fuerzas kurdas sirias y la coalición encabezada por Estados Unidos.

"Quiero decir, la idea de que Estados Unidos no está combatiendo activamente a Daesh, por ejemplo, es ridícula teniendo en cuenta todo lo que hemos logrado durante el último año y medio en realmente reducir el punto de apoyo de Daesh en Siria, así como en Irak". (8)


De igual forma olvidamos, bajo nuestro punto de vista occidental, que Turquía considera a YPG como una organización terrorista con la cuál esta en guerra abierta décadas antes de la irrupción de DAESH.

Independientemente del juicio que nos merezca este largo conflicto, lo cierto es que el ministro turco de Defensa, Fikri Isik, no estaba exento de razón afirmando que si Estados Unidos es su aliado en la OTAN, “la base de nuestra alianza tiene que ser transparente”,y, de no ser así, “sería difícil mantener esta alianza”. Es decir, un aliado como EE.UU no puede seguir ofreciendo su respaldo a una organización que los turcos califican como abiertamente enemiga y hostil.


¿Y qué hay respecto al "cambio de bando" turco?
Llegamos a la cuestión clave; sí la Turquía de Erdogan abandona total o parcialmente la esfera de influencia estadounidense, ¿sería para entrar en la órbita rusa?

Turquía no es solo un país miembro de la OTAN, sino que junto a Arabia Saudita es el principal padrino del yihadismo internacional tras la retirada qatarí lograda por Rusia al permitir la entrada qatarí en el gigante petrolero Rosneft.

Y durante un lustro, Turquía ha sido la pieza clave para que Al-Qaeda (Al Nusrah) y Daesh se establecieran y fortalecieran en Siria y en Iraq, haciéndoles llegar todo tipo de pertrechos y armamento e incluso participando la familia de Erdogan, a título personal, en el lucrativo contrabando de petróleo robado por DAESH en Iraq y Siria, amén del saqueo de áreas industriales y arqueológicas en ambos países y cuyos botines transitaban por la porosa frontera turca.

Gracias en gran parte a la actuación turca, la República Árabe Siria llegó a estar contra las cuerdas enfrentándose a una verdadera avalancha de yihadistas procedentes de todo el globo, los cuáles utilizaban la cómoda frontera turca como puerta de entrada a Siria, bajo la criminal complicidad y dirección del gobierno de Erdogan.

Damasco solicitó la ayuda de sus aliados y logró la intervención iraní y la irrupción de Hezbolá, que junto a la decisiva intervención de Rusia desde septiembre de 2015, han logrado reverter la situación en líneas generales, pese al camino que queda por recorrer para lograr una victoria definitiva y el punto y final a la guerra.

Como hemos comprobado, es cierto que los dirigentes turcos han iniciado ya un cambio de retórica. Pero esas palabras van a tener que verse reflejadas en actos concretos sobre el terreno si verdaderamente el gobierno turco quiere recuperar la confianza rusa.

Por ejemplo, un aspecto clave es el control que el ejército turco ejerce sobre la localidad de Azaz, situada sólo a siete kilómetros de la frontera con Turquía , en el norte de la provincia siria de Aleppo. Esta población fue la segunda que tomaron las fuerzas turcas después de Jarablus y tras la invasión de agosto, ocupada desde 2012 por Nureddin al Zinki y Frente Al Nusra y en pugnas intestinas con DAESH.

Azaz y Jarablus son desde hace años puntos vitales en las rutas de Turquía a Siria, abasteciendo a dichos grupos terroristas con armas, hombres y logística, y para Erdogan supone un elemento de presión importante a la hora de intervenir en Siria.

El gobierno turco, si así lo decidiera, podría cerrar la frontera turca de un momento a otro y facilitar el rápido hundimiento de estos dos grupos. ¿Lo hará?

Indudablemente, otro de los poderosos motivos que podrían impulsar una nueva estrategia turca es el fracaso de la Operación 'Escudo del Éufrates', la invasión del norte de Siria iniciada en agosto de 2016 con el supuesto objetivo de asegurar las fronteras turcas frente a DAESH y los kurdos, contando con el respaldo de los "yihadistas moderados" a los que en Occidente se denomina Ejército Libre Sirio (ELS).

Erdogan, siempre tan locuaz como imprevisible, deslizaba a finales de noviembre que Ankara comenzó la operación militar en Siria para “poner fin al Gobierno de Bashar al-Asad”. Cuando públicamente el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, exigió a Erdogan que aclarara sus objetivos contra Al-Assad en Siria, Erdogan reculó y sólo dos días después aseguraba que las operaciones en Siria estaban dirigidas sólo contra los terroristas.

Verdaderamente, desde entonces son severas las derrotas sufridas por el Ejército turco en el norte de Siria. Estas derrotas habrían provocado la dimisión de hasta 50 altos oficiales del Ejército turco presentes en Siria, hastiados de una situación en la cuál se combinan derrotas militares severas (por ejemplo, con la primera derrota en combate de los carros Leopard del Ejercito turco), las acusaciones al ESL de vender a DAESH armas y equipos que les habían sido facilitados por el Ejército turco o la humillante negociación entre oficiales turcos y DAESH para el intercambio de los cuerpos de los dos soldados turcos quemados vivos por DAESH a cambio de seis terroristas del grupo. (9)

Con un ejército en pleno proceso de purga en sus mandos, esta noticia viene a confirmar la situación de deterioro que se vive en el seno de la oficialidad turca.

En conclusión, la históricamente tortuosa relación entre Rusia y Turquía tendría para los rusos un excelente nuevo capítulo ante la perspectiva de una posible salida de Turquía de la OTAN; Putin, estratega sobradamente acreditado, se adelantaría una vez más a Washington si lograse procurar una fractura en el seno atlantista, aunque ello no conduzca necesariamente a una alineación turca con Moscú, pues son muchas las diferencias aún por salvar.

Si Moscú logra apartar a Erdogan de la OTAN y situarlo en una especie de medio camino entre Estados Unidos y Rusia, se anotaría un tanto valiosísimo, como el que se anotó al consolidar la alternativa al malogrado gasoducto South Stream haciéndolo transitar por Turquía en lugar de por Bulgaria.

Como casi siempre, y aún mucho más tratándose del volátil Erdogan, solo el tiempo será quien quite o dé la razón.

NOTAS
(1) http://www.telesurtv.net/news/Iraq-anuncia-acuerdo-de-retirada-de-tropas-turcas-del-pais-20170107-0032.html
(2) https://actualidad.rt.com/actualidad/228520-turquia-finalizar-muro-frontera-siria-irak
(3) http://www.europapress.es/internacional/noticia-turquia-vincula-gulen-pkk-estado-islamico-informe-golpe-estado-fallido-20170107035610.html 
(4) http://www.cbc.ca/news/world/turkey-erdogan-trump-economy-1.3910464
(5)  http://elpais.com/diario/2009/11/17/internacional/1258412403_850215.html 
(6) http://www.voltairenet.org/article194880.html 
(7) http://www.hispantv.com/noticias/turquia/329522/isik-amenaza-eeuu-cerrar-base-incirlik
(8) http://aranews.net/2017/01/us-alarmed-by-turkeys-ridiculous-anti-western-rhetoric/
(9) http://spanish.almanar.com.lb/50708