La Rada (Parlamento) ucraniana aprobó recientemente un nuevo proyecto de ley con respecto al Donbass. Pendiente de la firma presidencial, la denominada como "Ley de Reintegración para el Donbass", se constituye como una iniciativa destinada únicamente a plantear un nuevo marco legal (eso sí, dentro de los habituales planteamientos ucranianos) que justifique, al menos para consumo interno y de cara a sus patrocinadores internacionales, la única consecuencia que puede desprenderse de una iniciativa así; un recrudecimiento a gran escala de la guerra desatada por Kiev contra los territorios de Lugansk y Donetsk.
Esta nueva ley es, por tanto, simplemente una pincelada legal para la continuación de la guerra, en la cual se declara a Rusia como potencia agresora y ocupante del Donbass; es decir, el mensaje mediático ampliamente diseminado desde Kiev, desde las principales capitales occidentales y desde sus medios de comunicación tras el golpe de estado en Ucrania en 2014, adquiere ahora "oficialidad" en forma de ley aprobada por la Rada ucraniana. (1)
Si bien es cierto que el Presidente Petro Poroshenko aún tiene que firmar el proyecto de ley, que, ciertamente es posible nunca entre en vigor como se ha podido comprobar con otras iniciativas salidas de la Rada, demuestra claramente la posición belicista de Kiev, jaleada y propulsada desde el exterior en detrimento de una solución dialogada; quizás sea esa la conclusión más importante a extraer de todo este asunto.
En esencia, aparte de la concentración de poder en manos presidenciales, la nueva ley presenta la forma de una auténtica declaración de guerra, puesto que incluso ya no define la situación en Donbass como "operación antiterrorista", sino como una ocupación extranjera de "formaciones militares rusas", y cuya "liberación" llegará sólo mediante la intervención del ejército ucraniano.
De un plumazo, Kiev entierra los Acuerdos de Minsk, ya de facto bloqueados desde hace tiempo e ignorados a la vista de la incesante actividad militar ucraniana en la zona. Y lo hace dejando de considerar cualquier dialogo con las repúblicas insurrectas al considerarlas como parte de la “ocupación rusa”; mientras los acuerdos de Minsk trataban de ofrecer unas mínimas concesiones políticas a Donbass, con un grado de autonomía no expresamente definido y que habría de ser negociado de forma directa entre Kiev y las repúblicas, el nuevo proyecto de ley no deja resquicio legal para la solución dialogada.
La ley, que siguiera menciona los acuerdos de Minsk, deja igualmente en el aire otro formato de diálogo y negociación como era el llamado “Cuarteto de Normandía”, donde participan Alemania y Francia junto a Rusia, ahora convertida oficialmente en “potencia agresora”.
Una vez más y de manera contradictoria, Kiev dice no renunciar a ninguno de los dos formatos de negociación, esperando obtener rédito de ello pese a la incongruencia de “trabajar” con el “enemigo invasor”, como así se define a Rusia a partir de ahora.
Evidentemente, tanto en Donbass como en Rusia se entiende perfectamente el significado de ésta iniciativa, mientras que el pensamiento reinante entre los extremistas ucranianos aupados al poder tras el Maidan, se refleja en el cínico planteamiento de la conocida como “Doctora del Euromaidan”, la diputada Olga Bogomolets, quién recientemente realizaba unas hirientes declaraciones tras una breve estancia en la hasta ahora denominada “zona ATO”.
Para Bogomolets (2), los habitantes de Donbass se preocupan más por su deseo de sobrevivir en lugar de estar interesados en temas espirituales, puesto que solo ven en Ucrania una fuente de ingresos adicionales y carecen de identidad nacional o de civilización, y finalmente apuntando que la reintegración de Donbass solo será posible una vez que Ucrania dé trabajo a los residentes de la región y pague las pensiones.
Bogomelets obvia descaradamente los miles de heridos y muertos en el conflicto provocados por la incesante actividad militar y olvida mencionar que Kiev ha hecho todo lo posible para no implementar unos Acuerdos de Minsk que ahora pretende sepultar puesto que considera al Donbass simplemente como un territorio que “limpiar” de sus ocupantes rusos y sus aliados “terroristas locales”.
Entre otros aspectos, para la “doctora del Maidan”, no parecen relevantes las alarmantes cifras de la rápida expansión de enfermedades como el sarampión (3) o el Sida (4), que afectan de manera mucho más evidente a la propia Ucrania que a las repúblicas de Lugansk y Donetsk.
Unas declaraciones, no por casualidad respaldadas en la misma línea, por las palabras de la embajadora de Estados Unidos en Ucrania, Marie Yovanovitch, que por supuesto no mencionan ni las pérdidas humanas ni el enorme costo en destrucción de infraestructuras y bienes en Donbass:
“..Ahora mismo es importante demostrar que la propaganda rusa que dice que Ucrania no se preocupa por la población en el este no es cierta. Y eso será importante en el futuro para las perspectivas de reintegración de esas áreas. La lucha por los corazones y las mentes es uno de los aspectos más importantes de lo que está pasando en el este ahora mismo”. (5)
Una salida hacia delante para Poroshenko y los suyos
Para el consumo interno de sus cada vez menos partidarios, esta iniciativa quizás logre recopilar algo de apoyo para un Poroshenko en horas bajas y cuyo mandato, realmente amenazado, no deja de ser cuestionado constantemente.
Sin embargo, es en la reacción en el exterior donde los gobernantes de Kiev suelen fijar toda su atención. Es ahí donde encuentran a Estados Unidos como el principal interesado en la reactivación a gran escala de la guerra.
Tras su fracaso en Siria (agravado ahora con la operaciones turcas contra sus proxys kurdos), los estrategas estadounidenses apuestan por Donbass para continuar desgastando a Rusia, escenario donde Estados Unidos ya presupuestó 350 millones de dólares para apoyo militar a Ucrania, quién entiende como positivo para sus intereses cualquier desestabilización que pueda provocársele a Rusia, bien de forma directa, bien a través de sus aliados.
Rusia, más allá de sus ineludibles obligaciones morales para con Donbass, tendría muy poco que ganar y mucho que perder económica y diplomáticamente de un enfrentamiento abierto con Ucrania. Incluso dado el hipotético caso de un enfrentamiento convencional entre los ejércitos ruso y ucraniano, a pesar de su superioridad, para Rusia no pasaría de ser una victoria mínima; EE.UU sí obtendría un rédito importante manteniéndose en segundo plano mientras profundiza su retórica de la "agresión rusa", con un coste relativamente bajo para Washington.
Cualquier reacción rusa, sea cual sea, activará de nuevo la incansable maquinaria de las sanciones, para la cual EE.UU tratará de sumar todo el apoyo europeo posible, entendiendo que todo lo que signifique distorsionar las relaciones entre Europa y Rusia beneficia sus intereses.
Pero tal vez la estrategia estadounidense vaya más allá: en ese caso, el verdadero peligro radicaría en que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN decidieran implicarse de forma abierta e intervenir militarmente, creando unas condiciones de extremo riesgo cara a un conflicto generalizado de consecuencias incalculables.
El frente económico empuja a Kiev
La situación económica actual de Ucrania tampoco invita al optimismo y también es causa de este salto hacia delante. Kiev sigue esperando y necesitando dinero, pero la UE no ha entregado los últimos 600 millones de euros prometidos, que se corresponden con el tercer y último tramo de dicha ayuda financiera prometida, aplazando su entrega por el incumplimiento de varias condiciones citadas expresamente por el embajador de la UE en Kiev, Hugues Mingarelli: levantar la prohibición a la exportación de madera en tronco, poner en marcha la revisión automática de las declaraciones electrónicas de renta de los funcionarios, aprobar la ley sobre el registro del crédito del Banco Nacional, así como comprobar la información sobre los beneficiarios de las empresas. (6)
Pero aún más determinante para el futuro económico de Ucrania es la negativa del FMI a liberar otro tramo de otros 800 millones de dólares sin la introducción previa de importantes reformas. Como dejo claro el representante residente del FMI en Ucrania, Gösta Ljungman, para que el FMI libere su próximo tramo, el país eslavo debería adoptar una ley sobre privatización y reformar las pensiones. Ante tal imposición, que no es sino el modo de actuación convencional del FMI, la Rada ucraniana aprobó otra ley mucho menos publicitada que la referida a Donbass. (7)
Precisamente eso ha sucedido con toda la atención volcada sobre Donbass, puesto que fue aprobada también una nueva ley de privatizaciones; bajo el habitual engranaje de términos y circunloquios neoliberales, esta nueva legislación permite que se compren los bienes estatales hasta por un 50% menos de su valor de salida.
Finalmente, en fechas recientes hemos podido conocer como Ucrania ha transferido parte de sus reservas internacionales en oro por un valor de 1.000 millones de dólares al Banco Mundial. Según el vicepresidente del Banco Nacional de Ucrania, Oleg Churi, se trataría de 25 toneladas de oro. (8)
Ya sean aceptables o no estas medidas tanto para la UE como para el FMI, lo cierto es que en 2019, Ucrania debe comenzar a reembolsar los préstamos anteriores, que han ido acumulándose y lastraran la economía del país de manera irremisible durante los próximos años; en 2019, las cifras rondaran ya los 14.000 millones de dólares, equivalentes a la mitad del presupuesto estatal de Ucrania, evidenciando la dependencia de Ucrania de la financiación externa, hasta tal punto que la capacidad de decisión de Kiev ha quedado reducida a la mínima expresión.
Aislamiento energético
El peso geopolítico de Ucrania en la relación Europa-Rusia-EE.UU se basa casi únicamente en el cada vez más reducido papel ucraniano como país de transito del gas ruso hacia Europa.
En el cálculo de ucranianos y estadounidenses para apostar definitivamente por el aplastamiento militar del Donbass se encuentra ese elemento clave; el gas.
Si finalmente y contra todas las adversidades, el gasoducto ruso Nord Stream 2 es finalizado en 2019, el precio geopolítico y económico a pagar por Ucrania será demasiado alto, puesto que el gas transitaría por el Báltico desde Rusia hasta Alemania, para posteriormente redistribuirse por la Unión Europea, terminando con el transito actual de parte del gas ruso por Ucrania.
Las estimaciones más optimistas cifran en más de 2.000 millones de dólares anuales las perdidas por el tránsito de gas ruso a través de Ucrania.
Supondrá a su vez que ese gas, también consumido por Ucrania, haya de conseguirse de otros proveedores, aumentando considerablemente la factura energética y convirtiendo además la red de gasoductos ucranianos en una infraestructura prácticamente inútil, teniendo en cuenta que dicha infraestructura es actualmente vital para el país, no por servir de tránsito desde Rusia a Europa, sino porque Ucrania recibe gas de la parte europea a través de dichos conductos, fundamental para el abastecimiento energético del país.
Como acertadamente señalan algunos analistas, (9) "en los tres últimos años, la empresa ucraniana Naftogaz ha jugado un papel importante en el tránsito inverso de gas natural a Ucrania —es decir, en el tránsito no de Ucrania a Europa, sino de Europa a Ucrania—. Sin embargo, que haya tránsito inverso para Kiev solo es posible si Europa recibe suficiente gas ruso. Si Eslovaquia, Polonia y Hungría empiezan a recibir gas natural de otra forma —empezando desde Alemania y a través del Nord Stream 2—, que Ucrania reciba gas desde el oeste pasará a ser mucho más difícil" .
Es decir, que si es puesto en funcionamiento, Nord Stream 2 posibilitara que Gazprom controle el suministro de gas a aquellas compañías que abastezcan a Ucrania, haciendo aún más vulnerable el sistema energético ucraniano. Esta disposición es tal vez el hecho clave que finalmente hizo desistir a Kiev de sus intenciones, que en los años 2014-2015 incluían la destrucción de los gasoductos rusos que cruzan Ucrania; unos planes admitidos por el propio gobierno ucraniano y que finalmente no se llevaron a cabo, salvo por sabotajes puntuales. (10)
Como se ha demostrado recientemente, Ucrania no está preparada para prescindir de dicho suministro y un hecho acaecido recientemente parece esclarecedor en este sentido.
Parece probable que las importaciones de carbón estadounidense no sean suficientes para abastecer a Ucrania cara al invierno (11-12) en vista de la reciente medida adoptada por el Ministerio de Desarrollo Económico y Comercio de Ucrania, quien sin más explicaciones acaba de levantar las sanciones contra el proveedor ruso de carbón Yuzhtrans.
Dicha empresa fue incluida, junto a otras18 empresas rusas, en una lista de sanciones aprobada el pasado octubre y que entro en vigencia el 9 de diciembre de 2017. (13)
¿Una iniciativa propiamente ucraniana?
De los términos reflejados en el texto de la ley podemos extraer conclusiones claras acerca de incoherencia de la política exterior ucraniana y que nos llevan de nuevo a reiterar la perdida de la capacidad de decisión y la entrega de soberanía acaecidas en Ucrania desde los acontecimientos de 2014, como así delatan las incoherencias reflejadas en el nuevo proyecto de ley.
Hasta ahora, la operación de castigo a las repúblicas de Lugansk y Donetsk era descrita como una “operación antiterrorista” (ATO), pero durante el proceso de discusión de la nueva ley era rechazada una iniciativa parlamentaria que buscaba denominar a dichas entidades como “organizaciones terroristas”.
Igualmente, Rusia es definida claramente como “Estado agresor”, pero pese a dicha calificación que prácticamente sitúa a Ucrania en estado de guerra contra Rusia, no se han roto las relaciones diplomáticas ni se ha declarado oficialmente la guerra; una situación que va contra toda lógica mientras se sigue perpetuando la idea de la “guerra hibrida” lanzada por Rusia o se afirma en el texto de la ley que las fuerzas ucranianas deben “liberar” los territorios de Donbass de la “ocupación militar rusa”.
Lo cierto es que el régimen ucraniano surgido tras el Maidan no ha podido doblegar a los habitantes y milicias armadas de Lugansk y Donetsk desde que anuncio su autodenominada "operación anti-terrorista" poco después del citado golpe de estado, mientras que en este tiempo Ucrania se ha convertido en un país plenamente dependiente de los créditos exteriores del FMI, con las consecuencias que ello siempre conlleva en las condiciones de vida de los ciudadanos donde la "desinteresada ayuda financiera" aterriza.
Geopolíticamente, el golpe de estado alineo de manera rotunda a Ucrania con los intereses estadounidenses y supuso el inicio de la integración ucraniana en la OTAN, logrando así algunos de sus principales sponsors internacionales (EE.UU a la cabeza), poner bajo su control un territorio de tal valor estratégico como el que supone Ucrania, fronterizo con el gran enemigo omnipresente; Rusia, incluida la fundamental península de Crimea.
El impulso estadounidense a la guerra
A inicios del pasado diciembre, la administración Trump aprobaba la exportación de armas de fuego semiautomáticas y automáticas a Ucrania (14), además de oficializar la entrega de los poderosos misiles antitanque FGM-148 Javelin, producidos por Lockheed Martin y Raytheon en EE. UU. Según lo publicado por los medios estadounidenses (15), el envío ascendería a 47 millones de dólares (210 misiles antitanque y 35 lanzadores).
De igual manera, el pasado 21 de diciembre, Trump también firmó un proyecto de ley de asignaciones de defensa de los EE.UU. para el año fiscal 2018 que asigna un paquete de ayuda militar de 350 millones de dólares a Ucrania.
Según el general Viktor Muzhenko, jefe del Estado Mayor, las unidades de Javelin pueden ser entregadas a Ucrania dentro de dos a seis meses, como afirmo el 17 de enero durante una reunión del comité militar de la OTAN en Bruselas. (16)
Dada la situación ucraniana actual, parece poco probable que Poroshenko y su gobierno actúen de forma autónoma sin el consentimiento y respaldo de la Casa Blanca, puesto que la nueva ley ucraniana parece enterrar la solución diplomática que contemplan los Acuerdos de Minsk. Dicho "consentimiento" se traduce en el incremento cuantitativo y cualitativo del armamento suministrado a Ucrania por EE.UU, hipócritamente siempre acompañado del calificativo "defensivo".
El Estado Mayor de las Fuerzas Armadas ucranianas también afirmó categóricamente que el regimiento Azov, no será dotado de misiles anticarro portátiles de Javelin:
"Los informes en los medios de que el regimiento Azov del Ministerio del Interior puede tener sistemas de misiles Javelin estadounidenses son falsos”. (17)
Pese a estas declaraciones, las evidencias apuntan a todo lo contrario; el Azov habría sido dotado de armas fabricadas en Estados Unidos mucho antes de que la administración del presidente estadounidense Donald Trump decidiera oficialmente a fines de 2017 proporcionar armas letales a Ucrania.
Según investigaciones recientes, los combatientes de Azov ya poseen lanzadores de granadas PSRL-1 (producidos por la compañía estadounidense Airtronic USA Inc.) al menos desde julio de 2017, merced a un contrato existente entre la empresa estatal de Ucrania SpetsTechnoEksport y Airtronic USA Inc firmado en noviembre de 2016 por un valor de 554.575 dólares. (18)
De hecho, el batallón Azov ha continuado llevando a cabo su entrenamiento al estilo occidental, cara a su futura integración en la OTAN, desechando las antiguas prácticas soviéticas que todavía persisten en otras unidades ucranianas; es sobradamente conocido y reconocido por la propia unidad la presencia de numerosos y reconocidos neonazis extranjeros en sus filas (Georgia, Gran Bretaña, Suecia, Bielorrusia, Canadá, Francia, Italia y Eslovenia).
Así lo reconoció el propio servicio de prensa de Azov en julio de 2017 reportando que sus fuerzas estaban probando dichas armas y publicando incluso fotos de pruebas de las armas en un campo de tiro, pese a que el pasado 9 de enero, el mando de la Guardia Nacional de Ucrania negaba que Azov nunca hubiese tenido a su disposición misiles Javeline o PSRL, cuyas informaciones fueron eliminadas de los dos sitios web oficiales de Azov.
Lo cierto es que pese a que Azov fue en su momento expulsado del programa de ayuda militar estadounidense por su carácter extremista. En 2017, el Pentágono presionó para eliminar esta traba una vez que Azov fue integrado en la Guardia Nacional de Ucrania.
Esta nueva ley es, por tanto, simplemente una pincelada legal para la continuación de la guerra, en la cual se declara a Rusia como potencia agresora y ocupante del Donbass; es decir, el mensaje mediático ampliamente diseminado desde Kiev, desde las principales capitales occidentales y desde sus medios de comunicación tras el golpe de estado en Ucrania en 2014, adquiere ahora "oficialidad" en forma de ley aprobada por la Rada ucraniana. (1)
Si bien es cierto que el Presidente Petro Poroshenko aún tiene que firmar el proyecto de ley, que, ciertamente es posible nunca entre en vigor como se ha podido comprobar con otras iniciativas salidas de la Rada, demuestra claramente la posición belicista de Kiev, jaleada y propulsada desde el exterior en detrimento de una solución dialogada; quizás sea esa la conclusión más importante a extraer de todo este asunto.
En esencia, aparte de la concentración de poder en manos presidenciales, la nueva ley presenta la forma de una auténtica declaración de guerra, puesto que incluso ya no define la situación en Donbass como "operación antiterrorista", sino como una ocupación extranjera de "formaciones militares rusas", y cuya "liberación" llegará sólo mediante la intervención del ejército ucraniano.
De un plumazo, Kiev entierra los Acuerdos de Minsk, ya de facto bloqueados desde hace tiempo e ignorados a la vista de la incesante actividad militar ucraniana en la zona. Y lo hace dejando de considerar cualquier dialogo con las repúblicas insurrectas al considerarlas como parte de la “ocupación rusa”; mientras los acuerdos de Minsk trataban de ofrecer unas mínimas concesiones políticas a Donbass, con un grado de autonomía no expresamente definido y que habría de ser negociado de forma directa entre Kiev y las repúblicas, el nuevo proyecto de ley no deja resquicio legal para la solución dialogada.
La ley, que siguiera menciona los acuerdos de Minsk, deja igualmente en el aire otro formato de diálogo y negociación como era el llamado “Cuarteto de Normandía”, donde participan Alemania y Francia junto a Rusia, ahora convertida oficialmente en “potencia agresora”.
Una vez más y de manera contradictoria, Kiev dice no renunciar a ninguno de los dos formatos de negociación, esperando obtener rédito de ello pese a la incongruencia de “trabajar” con el “enemigo invasor”, como así se define a Rusia a partir de ahora.
La "Doctora del Maidan". |
Para Bogomolets (2), los habitantes de Donbass se preocupan más por su deseo de sobrevivir en lugar de estar interesados en temas espirituales, puesto que solo ven en Ucrania una fuente de ingresos adicionales y carecen de identidad nacional o de civilización, y finalmente apuntando que la reintegración de Donbass solo será posible una vez que Ucrania dé trabajo a los residentes de la región y pague las pensiones.
Bogomelets obvia descaradamente los miles de heridos y muertos en el conflicto provocados por la incesante actividad militar y olvida mencionar que Kiev ha hecho todo lo posible para no implementar unos Acuerdos de Minsk que ahora pretende sepultar puesto que considera al Donbass simplemente como un territorio que “limpiar” de sus ocupantes rusos y sus aliados “terroristas locales”.
Entre otros aspectos, para la “doctora del Maidan”, no parecen relevantes las alarmantes cifras de la rápida expansión de enfermedades como el sarampión (3) o el Sida (4), que afectan de manera mucho más evidente a la propia Ucrania que a las repúblicas de Lugansk y Donetsk.
Marie Yovanovitch |
“..Ahora mismo es importante demostrar que la propaganda rusa que dice que Ucrania no se preocupa por la población en el este no es cierta. Y eso será importante en el futuro para las perspectivas de reintegración de esas áreas. La lucha por los corazones y las mentes es uno de los aspectos más importantes de lo que está pasando en el este ahora mismo”. (5)
Una salida hacia delante para Poroshenko y los suyos
Para el consumo interno de sus cada vez menos partidarios, esta iniciativa quizás logre recopilar algo de apoyo para un Poroshenko en horas bajas y cuyo mandato, realmente amenazado, no deja de ser cuestionado constantemente.
Sin embargo, es en la reacción en el exterior donde los gobernantes de Kiev suelen fijar toda su atención. Es ahí donde encuentran a Estados Unidos como el principal interesado en la reactivación a gran escala de la guerra.
Tras su fracaso en Siria (agravado ahora con la operaciones turcas contra sus proxys kurdos), los estrategas estadounidenses apuestan por Donbass para continuar desgastando a Rusia, escenario donde Estados Unidos ya presupuestó 350 millones de dólares para apoyo militar a Ucrania, quién entiende como positivo para sus intereses cualquier desestabilización que pueda provocársele a Rusia, bien de forma directa, bien a través de sus aliados.
Rusia, más allá de sus ineludibles obligaciones morales para con Donbass, tendría muy poco que ganar y mucho que perder económica y diplomáticamente de un enfrentamiento abierto con Ucrania. Incluso dado el hipotético caso de un enfrentamiento convencional entre los ejércitos ruso y ucraniano, a pesar de su superioridad, para Rusia no pasaría de ser una victoria mínima; EE.UU sí obtendría un rédito importante manteniéndose en segundo plano mientras profundiza su retórica de la "agresión rusa", con un coste relativamente bajo para Washington.
Cualquier reacción rusa, sea cual sea, activará de nuevo la incansable maquinaria de las sanciones, para la cual EE.UU tratará de sumar todo el apoyo europeo posible, entendiendo que todo lo que signifique distorsionar las relaciones entre Europa y Rusia beneficia sus intereses.
Pero tal vez la estrategia estadounidense vaya más allá: en ese caso, el verdadero peligro radicaría en que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN decidieran implicarse de forma abierta e intervenir militarmente, creando unas condiciones de extremo riesgo cara a un conflicto generalizado de consecuencias incalculables.
El frente económico empuja a Kiev
La situación económica actual de Ucrania tampoco invita al optimismo y también es causa de este salto hacia delante. Kiev sigue esperando y necesitando dinero, pero la UE no ha entregado los últimos 600 millones de euros prometidos, que se corresponden con el tercer y último tramo de dicha ayuda financiera prometida, aplazando su entrega por el incumplimiento de varias condiciones citadas expresamente por el embajador de la UE en Kiev, Hugues Mingarelli: levantar la prohibición a la exportación de madera en tronco, poner en marcha la revisión automática de las declaraciones electrónicas de renta de los funcionarios, aprobar la ley sobre el registro del crédito del Banco Nacional, así como comprobar la información sobre los beneficiarios de las empresas. (6)
Pero aún más determinante para el futuro económico de Ucrania es la negativa del FMI a liberar otro tramo de otros 800 millones de dólares sin la introducción previa de importantes reformas. Como dejo claro el representante residente del FMI en Ucrania, Gösta Ljungman, para que el FMI libere su próximo tramo, el país eslavo debería adoptar una ley sobre privatización y reformar las pensiones. Ante tal imposición, que no es sino el modo de actuación convencional del FMI, la Rada ucraniana aprobó otra ley mucho menos publicitada que la referida a Donbass. (7)
Precisamente eso ha sucedido con toda la atención volcada sobre Donbass, puesto que fue aprobada también una nueva ley de privatizaciones; bajo el habitual engranaje de términos y circunloquios neoliberales, esta nueva legislación permite que se compren los bienes estatales hasta por un 50% menos de su valor de salida.
Finalmente, en fechas recientes hemos podido conocer como Ucrania ha transferido parte de sus reservas internacionales en oro por un valor de 1.000 millones de dólares al Banco Mundial. Según el vicepresidente del Banco Nacional de Ucrania, Oleg Churi, se trataría de 25 toneladas de oro. (8)
Ya sean aceptables o no estas medidas tanto para la UE como para el FMI, lo cierto es que en 2019, Ucrania debe comenzar a reembolsar los préstamos anteriores, que han ido acumulándose y lastraran la economía del país de manera irremisible durante los próximos años; en 2019, las cifras rondaran ya los 14.000 millones de dólares, equivalentes a la mitad del presupuesto estatal de Ucrania, evidenciando la dependencia de Ucrania de la financiación externa, hasta tal punto que la capacidad de decisión de Kiev ha quedado reducida a la mínima expresión.
Aislamiento energético
El peso geopolítico de Ucrania en la relación Europa-Rusia-EE.UU se basa casi únicamente en el cada vez más reducido papel ucraniano como país de transito del gas ruso hacia Europa.
En el cálculo de ucranianos y estadounidenses para apostar definitivamente por el aplastamiento militar del Donbass se encuentra ese elemento clave; el gas.
Si finalmente y contra todas las adversidades, el gasoducto ruso Nord Stream 2 es finalizado en 2019, el precio geopolítico y económico a pagar por Ucrania será demasiado alto, puesto que el gas transitaría por el Báltico desde Rusia hasta Alemania, para posteriormente redistribuirse por la Unión Europea, terminando con el transito actual de parte del gas ruso por Ucrania.
Las estimaciones más optimistas cifran en más de 2.000 millones de dólares anuales las perdidas por el tránsito de gas ruso a través de Ucrania.
Supondrá a su vez que ese gas, también consumido por Ucrania, haya de conseguirse de otros proveedores, aumentando considerablemente la factura energética y convirtiendo además la red de gasoductos ucranianos en una infraestructura prácticamente inútil, teniendo en cuenta que dicha infraestructura es actualmente vital para el país, no por servir de tránsito desde Rusia a Europa, sino porque Ucrania recibe gas de la parte europea a través de dichos conductos, fundamental para el abastecimiento energético del país.
Como acertadamente señalan algunos analistas, (9) "en los tres últimos años, la empresa ucraniana Naftogaz ha jugado un papel importante en el tránsito inverso de gas natural a Ucrania —es decir, en el tránsito no de Ucrania a Europa, sino de Europa a Ucrania—. Sin embargo, que haya tránsito inverso para Kiev solo es posible si Europa recibe suficiente gas ruso. Si Eslovaquia, Polonia y Hungría empiezan a recibir gas natural de otra forma —empezando desde Alemania y a través del Nord Stream 2—, que Ucrania reciba gas desde el oeste pasará a ser mucho más difícil" .
Es decir, que si es puesto en funcionamiento, Nord Stream 2 posibilitara que Gazprom controle el suministro de gas a aquellas compañías que abastezcan a Ucrania, haciendo aún más vulnerable el sistema energético ucraniano. Esta disposición es tal vez el hecho clave que finalmente hizo desistir a Kiev de sus intenciones, que en los años 2014-2015 incluían la destrucción de los gasoductos rusos que cruzan Ucrania; unos planes admitidos por el propio gobierno ucraniano y que finalmente no se llevaron a cabo, salvo por sabotajes puntuales. (10)
Como se ha demostrado recientemente, Ucrania no está preparada para prescindir de dicho suministro y un hecho acaecido recientemente parece esclarecedor en este sentido.
Parece probable que las importaciones de carbón estadounidense no sean suficientes para abastecer a Ucrania cara al invierno (11-12) en vista de la reciente medida adoptada por el Ministerio de Desarrollo Económico y Comercio de Ucrania, quien sin más explicaciones acaba de levantar las sanciones contra el proveedor ruso de carbón Yuzhtrans.
Dicha empresa fue incluida, junto a otras18 empresas rusas, en una lista de sanciones aprobada el pasado octubre y que entro en vigencia el 9 de diciembre de 2017. (13)
¿Una iniciativa propiamente ucraniana?
De los términos reflejados en el texto de la ley podemos extraer conclusiones claras acerca de incoherencia de la política exterior ucraniana y que nos llevan de nuevo a reiterar la perdida de la capacidad de decisión y la entrega de soberanía acaecidas en Ucrania desde los acontecimientos de 2014, como así delatan las incoherencias reflejadas en el nuevo proyecto de ley.
Hasta ahora, la operación de castigo a las repúblicas de Lugansk y Donetsk era descrita como una “operación antiterrorista” (ATO), pero durante el proceso de discusión de la nueva ley era rechazada una iniciativa parlamentaria que buscaba denominar a dichas entidades como “organizaciones terroristas”.
Igualmente, Rusia es definida claramente como “Estado agresor”, pero pese a dicha calificación que prácticamente sitúa a Ucrania en estado de guerra contra Rusia, no se han roto las relaciones diplomáticas ni se ha declarado oficialmente la guerra; una situación que va contra toda lógica mientras se sigue perpetuando la idea de la “guerra hibrida” lanzada por Rusia o se afirma en el texto de la ley que las fuerzas ucranianas deben “liberar” los territorios de Donbass de la “ocupación militar rusa”.
Lo cierto es que el régimen ucraniano surgido tras el Maidan no ha podido doblegar a los habitantes y milicias armadas de Lugansk y Donetsk desde que anuncio su autodenominada "operación anti-terrorista" poco después del citado golpe de estado, mientras que en este tiempo Ucrania se ha convertido en un país plenamente dependiente de los créditos exteriores del FMI, con las consecuencias que ello siempre conlleva en las condiciones de vida de los ciudadanos donde la "desinteresada ayuda financiera" aterriza.
Geopolíticamente, el golpe de estado alineo de manera rotunda a Ucrania con los intereses estadounidenses y supuso el inicio de la integración ucraniana en la OTAN, logrando así algunos de sus principales sponsors internacionales (EE.UU a la cabeza), poner bajo su control un territorio de tal valor estratégico como el que supone Ucrania, fronterizo con el gran enemigo omnipresente; Rusia, incluida la fundamental península de Crimea.
El impulso estadounidense a la guerra
A inicios del pasado diciembre, la administración Trump aprobaba la exportación de armas de fuego semiautomáticas y automáticas a Ucrania (14), además de oficializar la entrega de los poderosos misiles antitanque FGM-148 Javelin, producidos por Lockheed Martin y Raytheon en EE. UU. Según lo publicado por los medios estadounidenses (15), el envío ascendería a 47 millones de dólares (210 misiles antitanque y 35 lanzadores).
De igual manera, el pasado 21 de diciembre, Trump también firmó un proyecto de ley de asignaciones de defensa de los EE.UU. para el año fiscal 2018 que asigna un paquete de ayuda militar de 350 millones de dólares a Ucrania.
Según el general Viktor Muzhenko, jefe del Estado Mayor, las unidades de Javelin pueden ser entregadas a Ucrania dentro de dos a seis meses, como afirmo el 17 de enero durante una reunión del comité militar de la OTAN en Bruselas. (16)
Dada la situación ucraniana actual, parece poco probable que Poroshenko y su gobierno actúen de forma autónoma sin el consentimiento y respaldo de la Casa Blanca, puesto que la nueva ley ucraniana parece enterrar la solución diplomática que contemplan los Acuerdos de Minsk. Dicho "consentimiento" se traduce en el incremento cuantitativo y cualitativo del armamento suministrado a Ucrania por EE.UU, hipócritamente siempre acompañado del calificativo "defensivo".
El Estado Mayor de las Fuerzas Armadas ucranianas también afirmó categóricamente que el regimiento Azov, no será dotado de misiles anticarro portátiles de Javelin:
"Los informes en los medios de que el regimiento Azov del Ministerio del Interior puede tener sistemas de misiles Javelin estadounidenses son falsos”. (17)
Pese a estas declaraciones, las evidencias apuntan a todo lo contrario; el Azov habría sido dotado de armas fabricadas en Estados Unidos mucho antes de que la administración del presidente estadounidense Donald Trump decidiera oficialmente a fines de 2017 proporcionar armas letales a Ucrania.
Según investigaciones recientes, los combatientes de Azov ya poseen lanzadores de granadas PSRL-1 (producidos por la compañía estadounidense Airtronic USA Inc.) al menos desde julio de 2017, merced a un contrato existente entre la empresa estatal de Ucrania SpetsTechnoEksport y Airtronic USA Inc firmado en noviembre de 2016 por un valor de 554.575 dólares. (18)
De hecho, el batallón Azov ha continuado llevando a cabo su entrenamiento al estilo occidental, cara a su futura integración en la OTAN, desechando las antiguas prácticas soviéticas que todavía persisten en otras unidades ucranianas; es sobradamente conocido y reconocido por la propia unidad la presencia de numerosos y reconocidos neonazis extranjeros en sus filas (Georgia, Gran Bretaña, Suecia, Bielorrusia, Canadá, Francia, Italia y Eslovenia).
Así lo reconoció el propio servicio de prensa de Azov en julio de 2017 reportando que sus fuerzas estaban probando dichas armas y publicando incluso fotos de pruebas de las armas en un campo de tiro, pese a que el pasado 9 de enero, el mando de la Guardia Nacional de Ucrania negaba que Azov nunca hubiese tenido a su disposición misiles Javeline o PSRL, cuyas informaciones fueron eliminadas de los dos sitios web oficiales de Azov.
Representantes de Azov en España. |
NOTAS:
(3) https://en.news-front.info/2018/01/17/outbreak-measles-ukraine-tests-combat-viruses-modifications/
No hay comentarios:
Publicar un comentario